Escrito el 14 marzo, 2013
por niches13
Un joven entra al consultorio nervioso, intranquilo y solo… Le pido que se siente y me cuente el motivo de su consulta. Así empezó todo, todo lo que hasta esta noche me da vueltas en la mente con respecto a una realidad que existe y que se intenta tapar por todos los medios posibles.
Mi paciente es homosexual y la primera vez que tuvo relaciones sexuales con otro hombre fue con un «señor viejo» (lo hizo por dinero) y luego con su «novio».
Para llegar a saber esto… Tuve que mirarlo fijamente a los ojos y en medio de su nerviosismo hacerle saber que soy su médico y necesito saber la verdad para poder ayudarlo. El tiempo seguía pasando y los 15 minutos que te pide el ministerio que dediques a cada paciente, pues con este chico me habían simplemente llevado a saber que algo le preocupa y que tiene que ver con su conducta sexual.
Tantas cosas se me pasaban por la mente, ninguna para juzgarlo sino para conocer eso que lleva escondiendo y que a el lo hace tan feliz y que otros… Simplemente no entenderían.
Le dije «talvez tienes preguntas que crees que yo podría responderte?» y entonces hablamos de infecciones de transmisión sexual, cybersex, su miedo por lo que le dirán cuando un día decida salir de esta cárcel que lo encierra, de lo difícil que es explicarle a su hermana menor (14 años) el por qué «es raro».
Para cuando llegó el momento de examinarlo, la vergüenza hizo de nuevo su acto de presencia, entonces volví a decirle que soy medico y que necesitaba examinarlo para saber lo que deberíamos hacer.
Creo que media hora nos dedicamos juntos, el a descargar su peso y yo a conocerme en un aspecto diferente de mi vida, en una realidad distinta.
Hoy recordé mis clases con el Dr. Joseph McDermott (uno de los mejores maestros de mi vida) cuando nos daba infecciones de transmisión sexual nos decía «no eres juez, eres médico! No asumas, pregunta!» y de hecho nos decía «qué te importa a tí con quien lo hace? Tu haz tu trabajo!»
Antes de salir de mi consultorio le dije «cuando vayas al hospital, te harán las mismas preguntas, vas a tener que decirles lo que me has dicho a mi… Y si te empiezan a juzgar, si se niegan a atenderte, si te hacen sentir mal… Porque sabes que puede pasar… DENÚNCIALOS! Porque nadie en la vida puede juzgar la persona que eres!». Me miró, sonrió y se fue.
He pensado en el todo el día… No solamente por la carga que lleva encima, sino que hoy me enseñó mucho más que un caso clínico… Hoy me enseñó más de esta vida, de este mundo… Hoy me enseñó respeto, empatía… Vida!
Lo respeto! Porque vive una vida mientras empuja su propia «piedra de Sísifo», porque tiene alegrías y penas, porque también llora en las noches, porque tiene sueños como ser ingeniero comercial, porque sabe que no será padre, porque mientras todos o casi todos pueden gritar su amor al mundo… El lo susurra detrás de muros…
Aquí «mujer contra mujer» de José María Cano cantada por Ana Torroja y Martha Sánchez… Aplica!
(Gracias a Santiago García @SantiagoAGarcia por la corrección)
Nada tienen de especial
dos mujeres que se dan la mano
el matiz viene después
cuando lo hacen por debajo del mantel.
Luego a solas sin nada que perder
tras las manos va el resto de la piel
un amor por ocultar
y aunque en cueros no hay donde esconderlo
lo disfrazan de amistad
cuando sale a pasear por la ciudad.
Una opina que aquello no está bien
la otra opina que qué se le va a hacer
y lo que opinen los demás está demás.
Quien detiene palomas al vuelo
volando a ras del suelo
mujer contra mujer.
No estoy yo por la labor
de tirarles la primera piedra
si equivoco la ocasión
y las hallo labio a labio en el salón
ni siquiera me atrevería a toser
si no gusto ya sé lo que hay que hacer
que con mis piedras hacen ellas su pared.
Quien detiene palomas al vuelo
volando a ras de suelo
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