Archivo para Sin categoría

Día 111 (22-05-2013)

Este día si ha sido agotador físicamente! tampoco es que hice cosas sobrenaturales para terminar como terminé, pero de verdad siento que la energía que me queda está en sus niveles basales.

Lo mejor de este día y no es que me estoy quejando del día en si, si no que lo mejor de hoy es que mañana ya voy a Loxa… y eso si me llena de felicidad y alegría a un punto en el que hasta Anita y Andrés los señores que preparan nuestro almuerzo se contagian de mi emoción y se rien.

Una contractura muscular me ha acompañado desde la mañana, sin embargo en la tarde hubo un punto en el que el dolor era tan intenso que iba a llorar de la desesperación, y en ese dolor aún me quedaban pacientes por atender… y yo… estaba muy, pero MUY incómoda… pero terminé la atención y sobreviví incluso a mi misma espalda.

Tengo ilusión de mañana, volver a casa… besar a los papás, abrazar a mi enano Juan Carlos, a mi Sebasm a la Andre, a los amigos, jugar con Picco, recorrer mis calles, mis sitios, mis recuerdos e historias escritas en los rincones de esa ciudad que me enamora, por la que sueño…

Día 110 (21-05-2013) «Entre un Toblerone® y un nudo en la garganta»

No soy de las que ama el chocolate, de hecho prefiero todo aquello que lleva sal, por eso mi adicción a los Doritos (por ejemplo), sin embargo tengo claro que un chocolate es elemental para cambiar muchas veces el mal sabor… además que científicamente se ha comprobado que ayuda con la secreción de endorfinas, tomando en cuenta esto, podríamos decir que un chocolate podría talvez cambiar incluso el mal sabor de un día.

Hace rato que ruralear no me mete un puñete, pero hoy… hoy fue ese día!

No soy de las doctoras gruñonas ni mal encaradas, sin embargo hay cosas que me enojan por ejemplo niños que cada mes vienen enfermos, ¿cómo es posible que niños pequeños se enfermen una vez al mes? esa es la pregunta que les hago a las mamás, entonces me dicen «es que le gusta jugar en el agua y si lo(a) quito de ahí llora» entonces yo empiezo con la terapia de la respiración para entender ¿desde cuándo el decir «no» está mal?, y en momentos como esos a veces entiendo por qué estamos donde estamos!

De repente el llanto de un niño y los gritos se escuchaban afuera, yo no podía salir, solamente supe que era Diego cuando su mamá intentaba meterlo a la fuerza al consultorio y el enano lloraba, gritaba y se aferraba a la puerta… así que metí la mano en mi mochila y saqué un chocolate, me acerqué a Diego que seguía llorando y lo miro, le digo «no te va a pasar nada, entra y quédate aquí» me miró con sus ojotes negros y seguía llorando, le pedí su mano y le puse el chocolate… entonces le dije ven conmigo… lo senté en la silla y todo fue calma.  Luego de unas horas la escena se repetía con Joel que tenía que recibir un pinchazo… fui hasta la sala de enfermería y hablé con el, lo hice respirar y una vez que la aguja entró a su cuerpo todo era distinto, su premio fue otro chocolate que saqué de mi mochila.

Pero… lo que vendría en la tarde, no me lo esperaba.  Cuando los años de formación profesional avanzan, todos te aconsejan no involucrarte o literalmente te dicen «tienes que endurarte» para que no te afecten cosas que ves con tus pacientes… Pero cada día que pasa, para mi es inevitable y talvez es así porque yo no dejo que sea de otra forma… a mi me gusta involucrarme, sentir, palpar, dejarme tocar por la vida de otros… la vida y los dolores de mis pacientes…

Era la jornada de la tarde para cuando Sandra entró apresurada a mi consultorio, extendiendo su mano con la carpeta de su historia clinica… la invito a sentarse…

–  Sandra, cuénteme, ¿en qué la puedo ayudar? – Doctora hace unos días me toqué algo en el seno.

No se ni como describir esa sensación que me recorre el cuerpo cuando escucho ese tipo de cosas, la miro intentando no hacerle saber ni mucho menos sentir eso que yo siento o pienso… después de todo ella llega a mi por ayuda… y en esa ayuda se incluye darle algo de tranquilidad.

Luego de varias preguntas le pido que se siente en la camilla para examinarla… y ahí estaba esa masa dura en uno de sus senos… sentía la mirada de Sandra encima mío… sentía su vida encima mío…

Volvimos al escritorio, escribí lo que requería en la historia clínica mientras el silencio taladraba la habitación, y ella buscaba en mi cualquier signo o señal que le llegara a sugerir sus temores… La miré, miré sus 20 años, su soltería, su no maternidad… y sentía que empujaba la piedra de Sísifo porque luchaba contra esa sensibilidad que a veces a los médicos no se nos permite con un paciente…

… «vamos a hacer esto paso por paso Sandra, en primer lugar quiero que sepa que yo entiendo que esté asustada, pero quiero explicarle que no toda masa en el seno es cáncer…» entonces empezó a llorar y a mí sus lágrimas me golpeaban como piedras a una ventana… «le voy a entregar una hoja de referencia al hospital para que un especialista la valore, le haga exámenes y así saber qué es aquello que encontramos en su seno…» entonces ella me pregunta si es común que a los 20 años ella pudiera tener cáncer… y le explico que podría ser posible y que talvez no, que eso lo sabríamos con los exámenes que le realicen en el hospital.

Se limpiaba las lágrimas del rostro mientras yo llenaba la hoja, tenía manicure con dibujos de Hello Kitty, le ofrecí pañuelos de papel… le expliqué el procedimiento que hay que seguir en el hospital con las hojas… la miré y le dije «todo estará bien…» metí mi mano en la mochila, le entregué las hojas y le dije «le regalo un chocolate para que ya no esté triste»… sonrió, me estrechó la mano con tanta fuerza que sentí que era un abrazo… y salió de mi consultorio…

Solo en ese momento pude descargar unas lágrimas, tragar saliva… respirar varias veces… mantener la calma o por lo menos intentar hacerlo… y llamar al siguiente paciente…

Yo solamente espero que el Toblerone® le haya regalado a Sandra algo de dulzura en medio de todo esto amargo que debe estar pasando.

Toblerone

Día 96 (07-05-2013)

El cansancio hoy me acompañó gran parte de la mañana, creo que no tuve un sueño muy reparador que digamos, sin embargo tuve muchas alegrías hoy… los pacientes hacen lo suyo, pueden llegar muy enfermos o algunos hacerme enojar… pero siempre terminamos la consulta con sonrisas, con un estrechón de manos, con abrazos (que son los que más me gustan!) o con un simple «chao doctorita!».

La llamada de todos los meses llegó hoy, esa que anuncia la tan «esperada» reunión de área… que amargue!!! mañana mi vida se irá entre charlas de ocho de la mañana hasta la una y treinta con un receso de media hora y luego desde las dos hasta las cuatro y treinta… horas de mi vida… yéndose… pero bueno… es parte del trabajo.

Lo mejor del día fue que llegó la medicación…!!! volvió la Amoxicilina/Ac. clavulánico, el salbutamol y creo que hasta el hierro… La felicidad es tan grande que parece que fuera navidad!!!

Los regalos siguen llegando inesperadamente, hoy Manuel y Juana me llevaron mote con chicharrón… «para que se alimente doctorita»… aaayyyy la ternura de la gente, me llena de vida y me inspira a seguir adelante con este sueño maravilloso.

A eso de las siete de la noche, el dueño del hotel me pidió que por favor le ayude chequeando a su suegra que estaba enfermita, pues enfrentarse a lo desconocido asusta, lo digo porque me encontré una mujer de 91 años que se quejaba del dolor pero no sabíamos de qué, y lloraba… pero no hablaba y de repente pregunto si eso de que no habla es de hace algún tiempo y me dicen no habla desde las tres de la tarde, solo está balbuceando. Entonces me asusto porque pienso en una hemorragia en el cerebro, un trombo convertido en émbolo… pero me detengo y respiro y digo «busquemos y descartemos» y así lo hice, no había nada que me haga pensar en un daño cerebral por hemorragia o isquemia… pero qué es?

Resulta que la señora pasa mucho tiempo acostada y sentada lo que si aumenta el riesgo de trombosis, por ende mi pensamiento seguía siendo ese.  Durante esos minutos se pasan los seis años de estudios en medicina y llegas a ese momento de iluminación cuando dices «qué es lo más común en pacientes de esa edad?» y claro te pones a pensar que la temperatura en adultos mayores no es igual que en los jóvenes o adultos… y dices TIENE FIEBRE! y claro como ella tiene un médico de confianza que vive lejos de aquí, por respeto decidí que los familiares hablen con él y luego yo contarle cómo estaba la señora y decidir algo a partir del criterio del otro médico, llegamos a un acuerdo y bueno… estoy contenta porque Clemen está bien! y ha podido dormir tranquila estas horas…

ME ENCANTA mi profesión, porque me llena con momentos tan chiquitos como estos que viví esta noche! tan maravilloso como en minutos puedes quitarle a alguien el dolor y ver que duerme tranquila y plácidamente.

Día 89 (30-04-2013)

La programación hoy era distinta, porque en la tarde iba a hacer visita domiciliaria a dos pacientes que son beneficiarios de la Fundación Manuela Espejo, era la primera vez que yo los iba a conocer, así que no sabía la realidad con la que me encontraría.

Primero teníamos que ir a dejar informes en el Área de Salud, así que apresuramos el paso para llegar a tiempo y poder entregar los pendientes, sacar permisos, luego tomar un bus que nos lleve cerca del barrio donde teníamos que hacer la visita.

Así que empezamos a caminar… subimos una cuesta, un camino irregular y lleno de tierra, pero llegamos a la primera casa, mi sorpresa fue ver esto:

20130430-212241.jpg

 

Esta «Manuela Espejo» ha cambiado la vida de mucha gente… de MUCHA GENTE… y así estés a favor o en contra del gobierno, hay cosas que no se pueden ignorar.

Al entrar ahí estaba Alex acostado en un colchón escuchando música, Alex es un niño con Síndrome de Down y ceguera, que hace algún tiempo recibe beneficios del bono Joaquín Gallegos Lara con los que su madre paga rehabilitación, pañales y aquellas cosas que necesita para su buen cuidado. Fui muy cuidadosa al acercarme a saludarlo, porque nunca sabes cómo reaccionan estos angelitos ante una persona nueva… pero me fue bien, hasta reímos un rato.

Luego metros más allá estaba la casa de mi otra paciente, pero la realidad era otra, un cuarto pequeño con dos camas, ella acostada en una, a un metro de distancia estaba la cocina con unas ollas, un microondas… era todo en un cuarto… y ahí estaba Rosa, mi paciente que con apenas 67 años no logra moverse de la cama.

Dos vidas distintas a pocos pasos de distancia… y yo en medio de todo eso intentando hacerles menos difícil su día a día.

Día 88 (29-04-2013) «Doc, otra emergencia»

Lunes de «mucha gente» eso es un clásico, pero hoy tenía que pasar por el área de salud antes de ir a Patatús, así que al llegar, entre risas y comentarios con las personas que trabajan ahí, me di cuenta que una compañera de la rural ya está por terminar su año, entonces veía esa emoción que trasmitía al contar que ya mismo se acaba la rural y que claro, luego le tocará buscar trabajo y seguir la vida… pero esa emoción de la Steffy es inexplicable.

Luego, recorrer el camino de siempre hasta subir al bus, donde el señor portero siempre tiene la mano extendida, no para ayudarte a subir, sino para que subas como subas le pagues el pasaje. Llegar al subcentro y encontrar mucha gente esperándote, un señor hasta miró el reloj para saber cuánto tiempo me demoré en llegar… saludé con mis compañeros de trabajo y empecé…

Poco a poco empiezo a reconocer los rostros… las madres, los padres, los niños…

Hace un mes aproximadamente comenté sobre el caso de un paciente que llegó a una curación por una «dehiscencia de suturas» y los comentarios de algunos profesionales de la salud que criticaron mi actuación con respecto a no suturar nuevamente esa herida sino a dejarla cerrar por tercera intención… pues bueno… hoy llegó al consultorio, golpeó la puerta, entró y me dice «doctorita, le traje unos choclitos» y yo me quedo sorprendida con una sonrisota de oreja a oreja, no porque me gusten los choclos (que me encantan) sino por esos gestos de la gente que me dejan sin palabras, sale del cuarto y en un minuto entra de nuevo con una funda, yo no sabía cómo agradecerle, le pregunto de su herida en la panza y me dice «razón tenía doctorita, mire como se va cerrando poco a poco» y efectivamente, la herida sigue en ese proceso, obviamente la parte estética no es como usualmente uno imagina la cicatrización de una herida, pero en este caso lo importante es que no haya complicaciones. Me extiende la mano y se va diciéndome «ya cuando tenga más choclitos, ya le he de traer»

Yo, absurdamente intento explicarme cómo es que la gente que nunca antes te ha visto, puede darte más que aquella con la que has pasado gran parte de tu vida… y no me refiero a los panes, capulíes, manzanas, choclos que he recibido… sino a lo esencial, a eso de lo que habla el rubio, a eso que es invisible a los ojos y que yo siento todos los días con personas que piensan que soy «la gringuita que ha llegado» porque ni siquiera me creen que soy de Loxa, sino que creen que vengo del extranjero «porque soy grandota y hablo raro»… esos que todos los días me sonríen sin conocerme, me extienden la mano, me piden que no me vaya, me preguntan si me «enseño» en esta ciudad… Todos y cada uno de ellos, me dan aquello que es lo más hermoso que me ha regalado esta profesión, ellos me dan la oportunidad de sonreír y disfrutar la vida… su vida

20130429-231509.jpg

 

Y mientras todo esto pasaba hoy… la puerta de mi consultorio se abrió como diez veces y la misma frase sonaba «Doc, otra emergencia», entonces haces un stop a todo y sales a ver qué es lo que sucede… entonces me encuentro golpes, fiebres, deshidrataciones… tomamos decisiones y regreso al consultorio con el resto de pacientes que me esperan.

A %d blogueros les gusta esto: