Día 88 (29-04-2013) «Doc, otra emergencia»

Lunes de «mucha gente» eso es un clásico, pero hoy tenía que pasar por el área de salud antes de ir a Patatús, así que al llegar, entre risas y comentarios con las personas que trabajan ahí, me di cuenta que una compañera de la rural ya está por terminar su año, entonces veía esa emoción que trasmitía al contar que ya mismo se acaba la rural y que claro, luego le tocará buscar trabajo y seguir la vida… pero esa emoción de la Steffy es inexplicable.

Luego, recorrer el camino de siempre hasta subir al bus, donde el señor portero siempre tiene la mano extendida, no para ayudarte a subir, sino para que subas como subas le pagues el pasaje. Llegar al subcentro y encontrar mucha gente esperándote, un señor hasta miró el reloj para saber cuánto tiempo me demoré en llegar… saludé con mis compañeros de trabajo y empecé…

Poco a poco empiezo a reconocer los rostros… las madres, los padres, los niños…

Hace un mes aproximadamente comenté sobre el caso de un paciente que llegó a una curación por una «dehiscencia de suturas» y los comentarios de algunos profesionales de la salud que criticaron mi actuación con respecto a no suturar nuevamente esa herida sino a dejarla cerrar por tercera intención… pues bueno… hoy llegó al consultorio, golpeó la puerta, entró y me dice «doctorita, le traje unos choclitos» y yo me quedo sorprendida con una sonrisota de oreja a oreja, no porque me gusten los choclos (que me encantan) sino por esos gestos de la gente que me dejan sin palabras, sale del cuarto y en un minuto entra de nuevo con una funda, yo no sabía cómo agradecerle, le pregunto de su herida en la panza y me dice «razón tenía doctorita, mire como se va cerrando poco a poco» y efectivamente, la herida sigue en ese proceso, obviamente la parte estética no es como usualmente uno imagina la cicatrización de una herida, pero en este caso lo importante es que no haya complicaciones. Me extiende la mano y se va diciéndome «ya cuando tenga más choclitos, ya le he de traer»

Yo, absurdamente intento explicarme cómo es que la gente que nunca antes te ha visto, puede darte más que aquella con la que has pasado gran parte de tu vida… y no me refiero a los panes, capulíes, manzanas, choclos que he recibido… sino a lo esencial, a eso de lo que habla el rubio, a eso que es invisible a los ojos y que yo siento todos los días con personas que piensan que soy «la gringuita que ha llegado» porque ni siquiera me creen que soy de Loxa, sino que creen que vengo del extranjero «porque soy grandota y hablo raro»… esos que todos los días me sonríen sin conocerme, me extienden la mano, me piden que no me vaya, me preguntan si me «enseño» en esta ciudad… Todos y cada uno de ellos, me dan aquello que es lo más hermoso que me ha regalado esta profesión, ellos me dan la oportunidad de sonreír y disfrutar la vida… su vida

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Y mientras todo esto pasaba hoy… la puerta de mi consultorio se abrió como diez veces y la misma frase sonaba «Doc, otra emergencia», entonces haces un stop a todo y sales a ver qué es lo que sucede… entonces me encuentro golpes, fiebres, deshidrataciones… tomamos decisiones y regreso al consultorio con el resto de pacientes que me esperan.

2 comentarios

  1. Yali Loaiza dice:

    Desde hace mucho que quería leer un «ruraleando» y no es hasta hoy que me atreví! Me encantó leerlo, que lindo gesto el de los «choclos», no por los productos sino por el sentido más allá de eso!! Suerte y éxitos en tu día a día Doc! :) Un abrazo querida :)

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