Día 89 (30-04-2013)

La programación hoy era distinta, porque en la tarde iba a hacer visita domiciliaria a dos pacientes que son beneficiarios de la Fundación Manuela Espejo, era la primera vez que yo los iba a conocer, así que no sabía la realidad con la que me encontraría.

Primero teníamos que ir a dejar informes en el Área de Salud, así que apresuramos el paso para llegar a tiempo y poder entregar los pendientes, sacar permisos, luego tomar un bus que nos lleve cerca del barrio donde teníamos que hacer la visita.

Así que empezamos a caminar… subimos una cuesta, un camino irregular y lleno de tierra, pero llegamos a la primera casa, mi sorpresa fue ver esto:

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Esta «Manuela Espejo» ha cambiado la vida de mucha gente… de MUCHA GENTE… y así estés a favor o en contra del gobierno, hay cosas que no se pueden ignorar.

Al entrar ahí estaba Alex acostado en un colchón escuchando música, Alex es un niño con Síndrome de Down y ceguera, que hace algún tiempo recibe beneficios del bono Joaquín Gallegos Lara con los que su madre paga rehabilitación, pañales y aquellas cosas que necesita para su buen cuidado. Fui muy cuidadosa al acercarme a saludarlo, porque nunca sabes cómo reaccionan estos angelitos ante una persona nueva… pero me fue bien, hasta reímos un rato.

Luego metros más allá estaba la casa de mi otra paciente, pero la realidad era otra, un cuarto pequeño con dos camas, ella acostada en una, a un metro de distancia estaba la cocina con unas ollas, un microondas… era todo en un cuarto… y ahí estaba Rosa, mi paciente que con apenas 67 años no logra moverse de la cama.

Dos vidas distintas a pocos pasos de distancia… y yo en medio de todo eso intentando hacerles menos difícil su día a día.

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