Día 344 (10-01-2014) La despedida con Don Mariano

Esta semana, fue mi última semana haciendo labor extramural, así que hoy, Mayra y yo nos dividimos el trabajo, yo iba a Tilipulo a hacerle la curación a Don Mariano y ella a Zumbalica a entregar el tratamiento de tuberculosis para nuestro paciente.

Durante estos días subo al bus y me mantengo despierta… lo hago porque no quiero perderme nada, porque recuerdo momentos, instantes, experiencias… y las repaso durante el trayecto del bus.

Hoy no fue la excepción, así que mientras iba en el bus hasta Tilipulo, iba recordando todo lo que ha sucedido durante este año… que se me ha ido como agua entre los dedos.

Sin duda Don Mariano ha sido gran parte de esta historia, más que nada porque nos conocimos desde el inicio de mi año rural y porque juntos hemos vivido las subidas y bajadas de su herida que ha sido uno de mis «retos de la rural».

Hoy fui a curar esa herida, que mejora diariamente… pero hoy decidí quedarme un poco más de tiempo y conversar, porque después de todo, no sé cuándo vuelva a verlo… Mientras lo hacíamos llegó la esposa, que actualmente trabaja por los dos, porque Mariano aún no puede moverse… conversamos y cuenta que la situación es dura, que le quieren pagar 3 dólares para que trabaje como agricultora, dentro de mi pensaba, tres dólares? eso con las justas les alcanza para los pasajes de ida y regreso…

Esa es la realidad de aquellos que trabajan en el campo, que no pudieron estudiar y cuya única oportunidad es la agricultura… y sin embargo ahí también encuentran trabas y abusos. Me despedí de Mariano deseándole lo mejor, diciéndole que su herida se encuentra cada vez mejor y que si todo sigue así, muy pronto podrá moverse y trabajar…

Mientras salía, la esposa de Mariano me dice «yo también me voy por arriba», así que me sequé las lágrimas y seguimos juntas por el camino, me iba contando de su hija mayor y de la sobrina que vive con ella porque la madre se la ha dejado desde niña y cuando se la quiso quitar, la niña se escapaba para volver donde ellos… luego de los trámites legales, la niña se ha quedado con Mariano y ella.

Nos detuvimos, había un costal lleno de algo, entonces me dice «ayúdeme a levantar para cargar», así que acepto… ese costal pesaba tanto, que entre las dos nos costó cargarlo, luego se da la vuelta, me pide que se lo coloque en la espalda, porque tenía que llevarlo a casa… con las justas logré hacerlo, se lo ajustó con una tela ancha… y se lo llevó.

Tuve que esperar un poco para retomar el aliento, porque sentí un puñal atravesado en el alma… QUE DIFÍCIL es la vida en el campo, que agotador es el trabajo… por eso cuando llegan al subcentro les duele tanto la espalda, las rodillas, los huesos… la vida!.

Volví llorando, imaginando los días que vendrán, mientras yo sigo mi vida, buscando nuevos rumbos, nuevas heridas por curar… ellos seguirán ahí, luchando ante la adversidad, ante la pobreza, llevando cargas como las de ese costal, como las que les pone encima la vida… y así seguirá la vida.

Y por otro lado lloro, porque no sé si los vuelva a ver, porque no sé si el destino me permita volver… encontrarlos… porque siento que he dejado un pedacito de mi vida con ellos, en Tilipulo… entre árboles de capulí y polvo.

Me despido de ellos recordando la primera vez que vi a Mariano y escribi:

La realidad de Mariano, es la realidad de la vida rural… te das cuenta lo que le rodea a Mariano? Basura, polvo, moscas, tierra… Ahí es donde el médico se juega todo para que a pesar de todas esas adversidades las cosas salgan bien!!!

… y definitivamente han salido bien las cosas, por eso ahora puedo decir que ha valido la pena casi un año de curaciones, para ver que poco a poco como en la misma vida, por más tiempo que pase, las heridas siempre empiezan a cerrarse.

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