correr para sanar

Era octubre de 2016 cuando por primera vez en mi vida salí a correr. No tenía ninguna motivación para hacerlo pero tuve una inmensa necesidad de hacer algo para dejar de llorar y sentir lo que en ese momento sentía.

Otoño y mucho frío. No sabía ni cómo empezar. Mi vida entera la había dedicado a varios deportes, pero ¿correr? eso siempre me pareció poco representativo. De hecho recuerdo haber dicho un par de veces frases como «qué aburrido correr», «no le encuentro mucho sentido», «yo creo que nunca haría eso».

Fui al lago cerca de casa y empecé a correr, sonaba U2, ellos fueron mis primeros compañeros. Entonces, mágicamente hubo un momento donde mi mente se desconectó y dejé de pensar y solamente corrí.

Esa sensación será inolvidable para mí. Ese momento donde parece que la tristeza desaparece, donde dejas repentinamente de llorar y solamente corres, sin siquiera pensar en que corres. Eso es indescriptible. Mientras que el después de correr se sentía como alivio, como una tregua.

Pero llegó el invierno y me resultó imposible continuar.

Varios meses pasaron y evidentemente esa falta de continuidad era notoria porque no me animaba a salir con frecuencia a correr.

Inesperadamente, hace 9 meses llegó a mi vida alguien que me ha motivado y empujado a mantener el hábito de correr como una manera de vivir. Y aunque hubo días en los que la situación se volvía difícil, «verso a verso» he ido aumentando mis ganas de seguir como compromiso propio.

Hoy fue el día en el que hice aquello que dije que no haría nunca.

Hoy corrí mi primera 5K. La sensación ha sido indescriptible porque representaba todo el camino que he recorrido hasta aquí. Todo lo que me motivó a empezar a correr frente a todo lo que hoy me motiva a seguir. Ya no corro simplemente para dejar de llorar y pensar (aunque a veces sucede), corro para ganarme y creer que siempre puede ser mejor y que aún quedan «tantos caminos por andar».

One Response

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Back to Top