Detener el tiempo en medio de un abrazo

Se detuvo al verme, me sonrió y me dijo: ¿cómo va esa medicina?.

No olvidaré nunca ese momento. No sé cuántos rectores de una universidad se detienen ante un alumno y le preguntan algo relacionado a su carrera profesional. ¿Quién se acordaría siquiera lo que cada persona estudia?.

Pero él nunca fue un ser humano común y corriente.

Aquel día tal vez fue el inicio de una amistad que extrañamente fue creciendo en la distancia. Él y yo nunca antes nos volvimos a encontrar ni a cruzar palabras. Solamente las bondades de la tecnología me acercaron a él. Desde ahí nos hemos dedicado a abonar esa amistad.

Yo digo que fueron los sueños los que unieron nuestros caminos. Él soñó la escuela de medicina en la que yo hice realidad mi sueño de ser médico. Ese fue el inicio. Después presentó mi libro desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Y seguimos, seguimos haciendo ese camino.

Llevaba años acumulando los abrazos que tenían su nombre. Imaginaba aquel nuevo encuentro, ya no en la universidad sino en cualquier lugar del mundo. Y solamente hasta hace unos pocos días pude sentir lo que es ser dueña del tiempo. Hasta hace poco sentí el poder de detener el tiempo en medio de un abrazo.

Lo abracé por todo lo que gracias a él he aprendido. Lo abracé porque había esperado ese abrazo tantas veces. Y lo abracé porque necesitaba un poco de esa locura por los sueños para seguir adelante.

Qué indescriptible ha sido volver a verte Luis Miguel y ver que la vida ha seguido su curso y nos ha dejado cada cosa como enseñanza. Que maravilloso poder brindar por todo lo construido y por lo que queda aún por hacer.

Qué bueno ha sido hacer realidad aquello que alguna vez me escribiste por correo cuando imaginábamos el encuentro

«También yo digo lo que tú dices, cuánto me hubiera gustado trabajar contigo, hacer proyectos juntos… En fin, tendremos que hacerlo a la distancia, hasta que algún día te encuentre por algún campus y me detenga a hablar contigo por el camino, y ya habrá entonces cien sueños en marcha, y a lo mejor no te imaginarás lo que eso significará para mí, porque será expresión de la profecía que un día me dijo nuestro Padre Fundador: «tu sigue educando a esos jóvenes, que un día serán profesores, serán profesionales, y la cosa sigue… «, y lo dijo así «y la cosa sigue…», intencionalmente sin acabar la frase, místicamente abierta».

 Y es verdad Luis Miguel. «La cosa sigue…»

4 comentarios

  1. Hermoso Denisse. De esos encuentros que vuelven a llenar el corazón de ilusiones y alimentan las fuerzas para continuar caminando y soñando. Mucho más con su ejemplo de amor.

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