¡No voy a renunciar!

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»

Martin Niemöller

Tal vez es el silencio el problema, no porque lo causan otros sino porque cada uno se amordaza algunas veces. Tal vez porque ese silencio llega a ser un plazo, un plazo que le damos a la vida para que nos demuestre que todo puede ser diferente.

Así las ilusiones se vuelven silencio y así el silencio poco a poco mata la esperanza de días mejores.

Hace algunos meses atrás me he callado, por voluntad propia, nadie me lo ha pedido. He escuchado claro y fuerte, pero me he callado, imaginando que tal vez todo pueda cambiar, ser diferente.

La primera vez que escuché «el que no está de acuerdo con este proceso de revolución, que renuncie», estaba en una reunión. Me retorció el alma, me reí y me callé.

La segunda vez fue más dolorosa y triste. La rutina diaria hace que mientras trabajas, sientas afinidad por ciertas personas, con las que compartes muchas cosas. Bien dicen que de política no se debe hablar, por la polémica que genera. Pero ahí estaba esa frase nuevamente, llevaba mi nombre al inicio y con un tono más elevado que el de costumbre «Denisse, tú eres servidora pública y trabajas para este gobierno. Si no te gusta, ¿por qué no renuncias?».

Nunca antes sentí que me escupieran con palabras. Varias veces he sentido indignación en mi trabajo (por varias razones), pero aquella tarde me marcó para siempre.

Recuerdo haberle respondido lo siguiente:

  1.  ¿Eso quiere decir que cuando venga otro gobierno que no sea de tu ideología, tú pondrás tu renuncia?
  2. Yo no trabajo para el gobierno, trabajo para el Estado. Porque la gente que aún se nos muere en hospitales y centros de salud, seguirá necesitándonos independientemente de quién esté en el gobierno.
  3. Gente como tú ha convertido el Sector Público en una vergüenza.

Para aquel momento yo ya había cumplido mi primer año como Servidora Pública (Analista de Provisión y Calidad de los Servicios de Salud). Llevaba encima mi año como médico rural y uno adicional, los dos años con el sueño de construir diariamente un mejor sistema de salud.

Yo ni siquiera pensaba en la Salud Pública como una opción en mi vida. Pero me puse la camiseta de la institución y empecé. Jamás pensé en el gobierno para tomar mi decisión. Pensé en el Sistema de Salud, pensaba en el reto de construir y en los recuerdos de aquel año rural que podrían inspirarme a no desistir.

La tercera invitación a la renuncia de los servidores públicos en contra del gobierno, la he leído. Con esto de que el internet es un derecho humano y las redes sociales replicando cada cosa. La leo en cuentas de desconocidos, de conocidos y de amigos.

Recuerdo aquel momento en el que invitaban a «alinearse» y a tener «lealtad institucional». Me pregunté si lo había hecho, entonces busqué hasta encontrar que nunca estuve tan alineada ni fui tan leal:

Valores

  • Respeto.- Entendemos que todas las personas son iguales y merecen el mejor servicio, por lo que nos comprometemos a respetar su dignidad y a atender sus necesidades teniendo en cuenta, en todo momento, sus derechos
  • Inclusión.- Reconocemos que los grupos sociales son distintos y valoramos sus diferencias
  • Vocación de servicio.- Nuestra labor diaria lo hacemos con pasión
  • Compromiso.- Nos comprometemos a que nuestras capacidades cumplan con todo aquello que se nos ha confiado
  • Integridad.- Tenemos la capacidad para decidir responsablemente sobre nuestro comportamiento”
  • Justicia.- Creemos que todas las personas tienen las mismas oportunidades y trabajamos para ello
  • Lealtad.- Confianza y defensa de los valores, principios y objetivos de la entidad, garantizando los derechos individuales y colectivos.

Ministerio de Salud Pública del Ecuador

¡No «compas», no voy a marchas!. Ni a las del oficialismo ni a las de la oposición. He sido muy clara con respecto a mi posición política, ¡soy apartidista!.

No me mueven ni el sueldo, ni los viáticos ni el poder.

Me mueve la necesidad de construir algo mejor. Me mueve la ilusión de un sistema de salud ordenado y con visión a largo plazo. Me mueven los profesionales rurales que encuentro en los centros de salud más chiquitos de mi zona. Me mueven Israel y Germán que en Isla Floreana de Galápagos, han creado un proyecto (Medicina es amor) y regalan abrazos junto a los niños en el puerto (y tantas cosas más). Me mueve Conrad que le pide a su papá los carros para abarcar todo el territorio cuando estamos en campaña de vacunación. María José y Oscar que son esposos y se pasean con los termos de vacunas por carreteras llenas de polvo, y sonríen. Odontólogos que donan sillones a sus centros de salud. Diego que me envía su tema de tesis, intentando proponer algo nuevo para el sistema. Erika que se conoce toda La Clementina. Cristina y Jonathan que luchan por hacer las cosas de manera correcta. José que conoce a su población y la recita mientras estamos en supervisión.

¡Por ellos no renuncio!. Porque ellos me inspiran a seguir. No renuncio porque detrás de ellos vienen otros, llenos de ilusiones y de ideas que intentan mejorar, no solamente el sistema de salud sino la calidad de vida de la gente común y corriente.

¡No voy a renunciar!. Porque los sueños solamente crecen pero los gobiernos cambian todo el tiempo.

8 comentarios

  1. exacto amiga no renunciar Jamas …… ahi vamos con nuestro pie de lucha y idelales muy alto, solo nosotros sabemos que queremos y somos capaces de hacer nadie mas ……………………..

  2. que hermosas e inspiradoras palabras mi niche, sigue adelante, sigue con tu sueño, trabaja por el bien de los que lo necesitan, te apoyo, te quiero!

  3. No sé ni tu nombre completo COMPANICHE, pero suena bien y suficiente leer tu valiente «¡No voy a renunciar!» como para saber el hermoso ser humano que eres. Sigue siempre así y, escribe, escribe más… que tu pluma es bella y demoledora de absurdos.
    Vi también tu nota por el fallecimiento del Juan Martín Moreira y el intercambio con Elisa, su compañera. Tuve la suerte de conocer al Juan Martín muy joven cuando él iba a la rural al norte de Esmeraldas, junto a otras compañeras soñadoras Tamara, Viviana… yo ya era un médico algo trajinado en la salud pública y en la defensa de los derechos humanos (que fue el vínculo con el Juan Martín), sin duda uno de los médicos salubristas, epidemiólogos y humanistas más extraordinarios que he conocido, tuve la suerte de trabajar o interactuar con él en varios espacios (DDHH, MSP, FUNSAD, ALAMES) y estar cerca mucho tiempo.
    Saludos, Hugo Noboa

    • No sabes las ganas que siento de conocerte Hugo. Hace falta encontrar gente como tú. A veces para compartir los sueños y otras tantas para recargar las energías.

      Abrazos fuertes

  4. Sigue adelante con esos ideales, esos por los mismos que luchó Juan Martín. Sé que de haber podido conocerse en persona hubieran tenido unas largas y provechosas charlas. :)
    Un abrazo
    Elisa

1 Trackback / Pingback

  1. El cáncer institucional - Andrés Delgado Andrés Delgado

Responder a niches13 Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*