Entre sueños y principios

Cuando empecé a estudiar medicina habían dos universidades en mi ciudad que ofertaban esa carrera.

Los primeros años los hice en la universidad pública. Aún recuerdo a aquella profesora que me decía cosas como «¿qué hace una ex estudiante de un colegio privado en una universidad pública?», «¿por qué no se va a la privada si a la final tiene plata para pagarla?». Es mi derecho decía por dentro, sin embargo me callaba varias veces, qué difícil es lidiar con los resentimientos de otros.

Dos años después me cambié de universidad y pasé a una privada. Aprendí las mismas materias que aprendieron en la otra universidad. Seguí frecuentando a mis amigos que ya no eran mis compañeros. Seguí soñando con ser médico.

Los años pasaron y llegó el momento de hacer las prácticas de externado (hospitalarias). No podíamos entrar en el hospital público porque «lo público para lo público y lo privado para lo privado».

El año de internado siempre se convierte en la prueba de fuego de todo aquel que aspira a ser médico. La «sorpresa» de ese año es que nos mezclamos todos. No importa de dónde vienes o en qué universidad estuviste. Lo único que en ese año importó fue salvar vidas, trabajar fuerte y dar lo mejor. Todos sabíamos y desconocíamos algo y entre todos aprendimos a compartir conocimientos y nos hicimos mejores internos y nos hicimos grandes amigos.

Internado

Y cuando crees que todo eso de ser diferente ha terminado, la vida te demuestra todo lo contrario.

Hace varios meses me dedico a:

la actividad desarrollada por una institución pública o privada con el fin de satisfacer una necesidad social determinada. Los servicios públicos son el conjunto de actividades y prestaciones permitidas, reservadas o exigidas a las administraciones públicas por la legislación en cada Estado, y que tienen como finalidad responder a diferentes imperativos del funcionamiento social, y, en última instancia, favorecer la realización efectiva de la igualdad y del bienestar social. Suelen tener un carácter gratuito, ya que los costes corren a cargo del Estado. Tienen una presencia especialmente significativa en los países que siguen modelos político-económicos orientados hacia el bienestar social, v.g., estado social, estado del bienestar, etc.

Es la definición de Servicio público que se encuentra en Wikipedia.

Qué hermoso es trabajar para la gente, sí, para la gente. Para aquellos que aún tienen una «necesidad social determinada». Que gratificante es verlos sonreír cuando reciben algo que no recibieron nunca antes.

Si esa es una de las tantas razones por las que trabajamos entonces por qué debería importar la ideología política. Si el fin es el mismo por qué detenernos para defender lo que creemos. Qué importa el color de camiseta que nos gusta o que defendemos, después de todo dudo que la gente que necesita nuestra ayuda se niegue a recibirla por causa de nuestra camiseta. No recuerdo a ninguna madre llegando a un hospital por emergencia y negarse a recibir la ayuda de un médico formado en tal o cual universidad.

Si trabajamos para servir, entonces ¿por qué nuestra función tiene que cambiar cuando un gobierno cambia?. Esa frase de «trabajas para el gobierno» me parece tan desubicada porque los gobiernos van y vienen pero las necesidades siguen. Mi obligación no es con el gobierno sino con aquellos que confían en que mi trabajo y el de muchos otros pueden mejorar su calidad de vida. Mi deber no termina cuando un gobierno termina su gestión. Mi deber permanece independientemente de quien venga después.

Hay tanto por construir y para eso se necesita gente comprometida con la causa, gente cuyas capacidades los ubiquen en las plazas de trabajo sin importar en lo que creen o lo que profesan. Por ende no deberían sentir miedo de pensar diferente y mantenerse firmes en sus principios de hacer o no hacer ciertas cosas.

Ese es mi sueño de sistema. Martin Luther King también soñó algo similar

I have a dream that my four little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character.

 La camiseta que me puse hace varios meses es la de una institución cuyos objetivos trazados son similares a las razones que tuve para ser médico y dejar la cirugía por la salud pública.

Esa es mi única camiseta. Y he tenido que defenderla y he tenido que llorar de indignación cuando le han querido poner un color que no deseo. Y me han llamado inmadura por mantenerme firme en mis principios. Y se han burlado de mis lágrimas.

Pero sigo adelante y firme por esa gente que necesita y que se calla, por los que vienen detrás y se merecen un mejor sistema, un mejor país. Sigo por aquellos a los que el miedo les quitó la voz.

Mi mayor miedo no es irme, mi mayor miedo es mirarme un día al espejo y no reconocerme

Y a pesar de todo, sigo amando lo que hago y sigo trabajando y construyendo. Sigo sonriendo todos los días imaginando todo lo bueno que está por venir, todo lo que podemos hacer, todo lo que podemos lograr como equipo, como compañeros.

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